miércoles

La crisis mundial y el camino que el Perú debe seguir




Las crisis norteamérica y los problemas geopolíticos actualmente latentes en el mundo, nos deben hacer reflexionar sobre los fundamentos de nuestra economía y política internacional.


La nacionalización de los principales Bancos que operan en norteamérica por parte de la administración Bush, a causa de la crisis financiera que se incubo hace 15 años con la desregulación del sector financiero; nos da una prueba contundente a aquello que pensamos que la economía no tiene la capacidad de autorregulación, menos cuando los agentes buscan maximizar sus beneficios sin preocuparse por el equilibrio y la sostenibilidad de TODO el sistema en el cual operan.

Revisando los principales diarios nacionales e internacionales veo que los más rabiosos defensores de liberalismo económico y político se han tapado la boca o no saben que decir, ya que ellos son los culpables filosóficos de toda esta irresponsable práctica económica.

Y en nuestro país, a pesar de buen humor y optimismo del gobierno de Alan García, nuestro país de verá afectado significativamente por la baja demanda de los commodities o materias primas, ya que somos un país exportador de estos recursos; se reducirán el nivel de las inversiones extranjeras en el corto y mediano plazo; así mismo los peruanos en el extranjero enviarán menos dinero que antes, por el temor y la incertidumbre que genera la crisis; y todavía no sabemos cuáles serán los efectos combinados de todos estos problemas.

Ante estos momentos difíciles cuya solución tomará un cierto tiempo; en nuestro país necesitamos reorientar nuestra política económica, hacia una política proactiva y sistémica, concentrándonos en nuestra economía nacional, y no sólo en el capitalismo extranjero.

Especialmente en nuestra agricultura con innovación y valor agregado, primero para asegurar la demanda alimentaria de nuestra gente, frente a una crisis alimentaria mundial y segundo para fortalecer nuestra economía y capacidad de penetración a mercados mundiales como China, Brasil y la Unión Europea.

Sería un suicidio orientar nuestra política económica sólo a Estados Unidos, ya que viene progresivamente perdiendo fuerza política y económicamente frente a otros que se van consolidando como China, Brasil y la Comunidad Europea.

No podemos ser ingénuos, la aplicación irresponsable del liberalismo económico y político sólo nos llevará a una crisis donde perderemos todos, especialmente los más pobres.

Algunos argumentan que: "Lo que beneficia al individuo beneficia al grupo"

Y otros que : "Lo que beneficia al grupo benefician al individuo"

Y los Sistémicos argumentamos que los dos tienen sentido y práctica, necesitamos de las dos tésis para construir una economía competitiva, cooperativa y sostenible.

Como pensadores sistémicos debemos comprender que necesitamos manejar nuestra economía con principios sistémicos: orden, retroalimentación, regulación, cooperación, autopoiesis, sinergia, crecimiento sostenido y equilibrio social; basados en nuestras capacidades y oportunidades nacionales y regionales.

Debemos construir confianza, hermandad y cooperación económica con los países de nuestra región ya que ellos son nuestros compañeros y aliados naturales para enfrentar los retos de la globalización y regionalización mundial.


POR: Héctor Andrade

LO GLOBAL Y LO SISTÉMICO


Rafael Pla López

Grupo de Teoría de Sistemas
Universitat de València, España.



La globalización se ha convertido en uno de los tópicos del cambio de milenio. Pero dicha expresión encubre distintos significados. Pretendemos en este texto reflexionar sobre la luz que pueda aportar la Teoría de Sistemas sobre las cuestiones involucradas.
Antes de entrar en materia, un comentario anecdótico: en ambientes contestatarios es usual hablar de "movimiento antisistémico" para referirse al movimiento contrario al actual sistema de poder político-económico. Y no siempre es fácil hacer entender que los "sistémicos" somos los que empleamos los enfoques propios de la Teoría de Sistemas, que no necesariamente somos partidarios de dicho sistema de poder.

Esta anécdota, en todo caso, nos debe hacer notar que el sistema de poder político-económico que subyace a la llamada globalización ha de ser, en todo caso, un objeto de estudio relevante de la Sistémica o Teoría de Sistemas. Ésta, en efecto, es especialmente pertinente para el estudio de objetos complejos, en los que la interacción de múltiples elementos hace impotente el reduccionismo de los métodos analíticos tradicionales. Y ello es especialmente predicable del conjunto de la humanidad como sistema global.

Señalemos que el enfoque sistémico es un tertium que se opone tanto al reduccionismo tradicional como al holismo. Es decir, que si por un lado considera que un sistema complejo no puede entenderse simplemente a partir del estudio de sus partes aisladas, tampoco es adecuada la pretensión de aprehender directamente una totalidad compleja despreciando las interacciones entre sus partes. Así, si la sistémica asume el aforismo de que "el todo es más que la suma de sus partes", insiste en que ese algo más radica no en una esencia misteriosa, sino en la estructura de sus interacciones.

¿Cómo se corresponden los enfoques reduccionista, holista y sistémico con los distintos tratamientos dados a la globalización de la humanidad?

Es fácil entender que el enfoque reduccionista la contemplaría como el simple juego de múltiples subsistemas decisorios. Es decir, no habría mecanismos globales para la toma de decisiones, las cuáles corresponderían únicamente a los subsistemas. La imagen de la globalización sería la de un gas cuyas moléculas se difundirían por todo el espacio: la consecución de la globalización se produciría simplemente por el derribo de tabiques (como el muro de Berlín) que delimitaran compartimientos internos.

Por el contrario, el enfoque holista contemplaría la globalización como el establecimiento de un único mecanismo centralizado de decisión para todo el planeta.

Lo singular del caso es que la corriente principal sobre la globalización tiende a combinar ambos enfoques: el reduccionista para la economía, el holista para la política.

De este modo, en el terreno económico niega la conveniencia de mantener regulaciones globales desde las instituciones de gobierno, reduciendo los mecanismos decisorios a los propios de cada empresa, y confiando la evolución global todo al juego espontáneo de las relaciones de mercado entre empresas y consumidores. Podemos denominar dicho enfoque como mercantilismo o neoliberalismo.

En cambio en el terreno político pretende implantar un "mando único", con capacidad de intervención policíaco-militar en cualquier país, ora bajo el mandato de la ONU (como en la guerra del Golfo Pérsico de 1991), ora bajo el mandato de un organismo como la OTAN que se autoarroga dicha función (como en la guerra contra Yugoslavia de 1999). Dicho enfoque sería una nueva forma de imperialismo.

Señalemos que el término "imperialismo" es, en este contexto, puramente descriptivo, y no tiene necesariamente una función denigratoria, aunque haya sido utilizado con ese propósito en las pasadas décadas. En siglos pasados, en cambio, el Imperio Romano o el Imperio Inglés han sido valorados como pasos adelante en el desarrollo civilizatorio de la humanidad.

Señalemos asimismo que un enfoque político-económico centralista, plenamente holista, que pretendiera la consecución de un Estado Mundial con un sistema de propiedad centralizado, puede considerarse una ucronía después de la derrota y desmembrabiento de la URSS y su sistema de alianzas. Por el contrario, un enfoque político-económico puramente reduccionista, que aunara el mercantilismo económico con el no-intervencionismo político-militar, podría ser intentado si la población de los EE.UU. (único Estado actualmente con capacidad imperialista) forzara dicha política para concentrar los recursos en su propio bienestar económico, en una situación de ausencia de amenazas exteriores (en relación con esto, puede consultarse mi texto "Social and Ecological consequences of Adaptive Pacifism and Unsubmission"). Otra cosa sería la viabilidad de dicho enfoque o, dicho de otra forma, su sostenibilidad.

Ahora bien, todos éstos enfoques (mercantilismo neoliberal, imperialismo, centralismo o no-intervencionismo) adolecen, desde un punto de visto epistemológico, de estar encerrados en el marco holismo-reduccionismo, cuyas dificultades para el tratamiento de sistemas complejos requiere precisamente de la introducción del enfoque sistémico.

Un enfoque sistémico de la globalización humana requerirá la articulación flexible de múltiples sistemas de decisión a distintos niveles, afectando a todos los aspectos de la vida humana, pero poniendo para cada problema el sistema de decisión en el ámbito o nivel adecuado a su naturaleza. Así, por ejemplo, parece claro que las cuestiones que afectan a la ecología global (efecto invernadero, uso de la atmósfera y de los océanos) deberían ser gestionadas a nivel planetario. En cambio, muchos microproblemas que afectan a la convivencia cotidiana deberían gestionarse a nivel municipal o incluso de barrio o cuadra. Teniendo siempre claro que los distintos ámbitos de de decisión no deben considerarse compartimientos estancos, sino que deben articularse para contemplar las interacciones entre las variables involucradas.

El modelo de gestión que de aquí se deriva, con una distribución de competencias entre múltiples niveles y la elección democrática de sus gestiores para cada uno de ellos, facilitando en cada caso la máxima coordinación y la máxima participación de los afectados, podría denominarse como federal. Pero un tal federalismo va mucho más allá de lo que podríamos llamar "federalismo simple" que regularía únicamente la relación entre distintas regiones o identidades nacionales dentro de un Estado, y supone más bien una forma de organizar la convivencia humana que en todas sus dimensiones que conecta con determinadas propuestas de teóricos libertarios novecentistas como Kropotkin. Un tal federalismo, que se reproduciría a todos los niveles de la organización social, podría considerarse como un federalismo fractal. Si la Teoría de Sistemas ayuda a configurar un tal modelo de gestión, habrá proporcionado un valioso servicio a la tarea de enfrentarse con los retos de la sedicente globalización.



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© Derechos de Publicación en Internet, Instituto Andino de Sistemas - IAS, 2000, Lima - Perú.

http://www.concytec.gob.pe/ias/index.htm

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sábado

Tendencias emergentes. Logística Adaptativa


Desde principios del siglo XX cuando Henry Ford pronunciara aquella frase para la historia del despropósito: “Los clientes pueden tener un coche del color que quieran, siempre que sea negro” hasta la crisis del petróleo de principios de los 70's la tendencia logística imperante era el Just in Case (JIC) o “por si acaso”. El lema subyacente del JIC era tener más de todo (por si acaso) es lo mejor para la empresa. Esta tendencia implicaba tener montañas de materia prima esperando ser procesada, una importante obra en curso y unos stocks terminados elevados esperando ser vendidos. No en vano, Ford Motors fue de las primeras empresas en practicar la “integración vertical” para tener en propiedad desde minas de mineral de hierro y fundición hasta completas redes de distribución y puntos de venta.

El JIC era coherente con los períodos de destrucción/reconstrucción de las dos guerras mundiales, los principios de eficiencia industrial de Frederick W. Taylor y Henri Fayol, la fabricación en masa consecuente y el baby-boom de mediados del siglo XX, cuando casi cualquier cosa que se producía el mercado la absorbía, donde la cantidad era más importante que la calidad. Además, el inventario elevado era la mejor manera de protegerse frente a la incertidumbre y en consonancia el indicador preferido bajo estos presupuestos eran los días de stock. Claro que, el problema emergente de seguir manteniendo esta tendencia hoy en día es que querer tener más de todo engendra más retraso en todo (manteniendo la capacidad de producción constante), por no hablar de su elevado coste en inmovilizado financiero y el riesgo de erosión del margen en los mercados actuales donde predomina la volatilidad de los productos a causa de la innovación continua, la emergencia de nuevos diseños y el factor moda.

Con la crisis del petróleo de 1973, el final de la guerra de Vietnam y la emergencia del potencial industrial asiático, con Japón a la cabeza, la aparición de nuevos competidores, más variedad (la variedad del coche negro de Ford resultaba anacrónica), la influencia (en Japón, no en EE.UU.) de las ideas de W. Edwards Deming y Joseph M. Juran, el consecuente declinar de la fabricación en masa y el énfasis en la calidad, una nueva tendencia logística desarrollada por Taiichi Ohno en Toyota se abría paso tímidamente: era los inicios del Just in Time (JIT) o “justo a tiempo” conocido también como Toyota Production System (TPS) y sus desarrollos posteriores como Lean Manufacturing. El lema subyacente del JIT es hacerlo justo a tiempo es lo mejor para la empresa. Esta tendencia implicaba reducir el inventario de materia prima, obra en curso y productos terminados al mínimo imprescindible (stock cero, desperdicio cero). Si el JIC supone derroche y sobredimensionamiento, el JIT implica austeridad y ausencia de despilfarro.

El JIT era coherente con la aparición de competidores emergentes (los tigres asiáticos) en el mercado global, con un Japón escaso de metros cuadrados disponibles para espacio de almacenamiento y con una estrategia donde la calidad era más importante que la cantidad. Además, frente al problema de la incertidumbre en la demanda, el JIT propone protegerse con la mejora continua de procesos y en consonancia el indicador preferido es el tiempo de flujo. El JIT, comparado con el JIC, es mejor estrategia logística para los tiempos actuales (a excepción de China, campeón mundial de la fabricación en masa de productos con bajo valor añadido), aunque hay que reconocerle una limitación: funciona muy bien cuando los proveedores también son JIT. El mayor obstáculo del JIT es claro: “si mis proveedores no son JIT, me veré obligado a volver a prácticas JIC para asegurar los plazos de entrega a mis clientes”. Por este motivo se entiende el porqué la existencia de parques de proveedores próximos a importantes empresas multinacionales que, ellas sí, practican JIT, teniendo muy cerca a proveedores que deben asegurarles un flujo continuo de aprovisionamiento y con un coste de transporte cercano a cero debido a la integración de las líneas de montaje entre proveedores y fabricante principal. Que esos proveedores practiquen JIT hacia atrás es otro cantar. El mismo fenómeno se puede encontrar en la gran distribución, donde los fabricantes posibilitan el JIT al distribuidor, pero raramente se benefician ellos de la estrategia JIT hacia atrás.

Podría parecer que con el JIC y el JIT todo en logística estaba inventado cuando, como resultado de los trabajos sobre los Sistemas Complejos Adaptativos del Instituto de Santa Fe (impulsado en 1984 entre otros por el premio Nobel de física Murray Gell-Mann), algunos pioneros como Stephan H. Haeckel con Adaptive Enterprise: Creating and Leading Sense-And-Respond Organizations, Stephen P. Bradley y Richard L. Nolan con Sense & Respond: Capturing Value in the Network Era y Christopher Meyer y Stan Davis con It's Alive: The Coming Convergence of Information, Biology, and Business comenzaron a sorprender a la comunidad logística estadounidense con algunas propuestas revolucionarias en lo que con el tiempo se ha venido en llamar Adaptive Logistics Management (ALM), “gestión de la logística adaptativa” o simplemente “logística adaptativa” (no confundir con Application Lifecycle Management, que tiene el mismo acrónimo, ALM).

El lema subyacente del ALM es imitar a los sistemas complejos adaptativos es lo mejor. El énfasis de esta tendencia emergente es que el inventario se establece dinámicamente (en tiempo real) donde y cuando sea necesario. Si en el JIT era vital mantener el stock reducido, en el ALM lo prioritario es que el stock esté allí donde se necesite, cuando se necesite y en la cantidad que se necesite para satisfacer la demanda en tiempo real. Si ese “efecto” se consigue con JIT, perfecto. Si no, busquemos la manera de hacerlo por el medio que sea. El ALM es fundamentalmente pragmático, aunque con una diferencia respecto al “vale todo al coste que sea”: el ALM busca patrones logísticos viables en el campo de los sistemas complejos adaptativos, mayoritariamente en los sistemas vivientes: bacterias, hormigas, abejas, etc.

Si pensamos en términos sistémicos podríamos decir que el ALM es una enfoque logístico orientado a absorber la compleja variedad del entorno competitivo, o, como diría uno de los padres de la Cibernética W. Ross Ashby “solo la variedad puede absorber variedad”, es decir, cuando el entorno es incierto el sistema que pretenda intervenir en él deberá disponer de un conjunto de posibles respuestas mayor o igual a los posibles estados del entorno (ley de la variedad requerida de Ashby). El ALM busca la satisfacción de las necesidades del cliente por encima de cualquier otra consideración respecto al nivel de stock. Por sí mismo el ALM no busca el “óptimo” sino más bien “romper el status quo” imperante en mercados donde todas las empresas buscan “optimizarse” hasta el punto de olvidar que su razón de ser no es “optimizarse” sino satisfacer al cliente y diferenciarse para crear nuevos mercados.

En mi opinión, el ALM puede llegar a cambiar el “espacio de aptitud” (fitness landscape), un concepto clave en la ecología sistémica que trataré en otra entrega. En otras palabras, el ALM tiene potencial para cambiar las reglas de juego logísticas (el paisaje) de los mercados donde se aplica, aunque para ello las empresas requieran nuevas habilidades (aptitudes). El ALM es coherente con la aparición de los ERP de segunda generación, con capacidad de captar y diseminar la información donde y cuando se necesite y con una logística flexible para gestionar la incertidumbre. Es decir, el ALM pone el énfasis en una superioridad de los sistemas de información y una flexibilidad organizacional, siendo su indicador preferido la velocidad y calidad de la respuesta. El ALM, por su juventud e insuficiente conocimiento todavía no tiene grandes detractores, pero me consta que es una tendencia emergente a tener muy en cuenta en los próximos años, tanto por sus experiencias prometedoras en campos tan complejos como la logística militar (la Fuerza de Respuesta Rápida de la OTAN lo ha comenzado a aplicar) o en el ámbito empresarial como en el ejemplo que sigue.

Logística Adaptativa: el caso Cemex

Cemex México usó los principios de la logística adaptativa para incrementar espectacularmente su cuota de mercado en un mercado de construcción muy atomizado y disperso. Una pesadilla logística. Por la propia naturaleza de la construcción, si programamos con días de una antelación las entregas de cemento es casi seguro que llegará antes de que la obra esté preparada (endureciéndose el cemento) o después (con el consiguiente coste para el cliente). Y si esperamos a cargar el cemento y enrutar la hormigonera hacia el destino cuando se recibe la llamada del cliente probablemente tampoco llegue a tiempo si el cliente se encuentra a mucha distancia del centro de fabricación. En esta situación JIC y JIT son problemáticos. Proveedores y clientes llevaban años aceptando este estado de la cosas. Cemex desafió esta lógica y comenzó a prometer el cemento donde se quiera y cuando se quiera en un plazo máximo de dos horas. ¿Cómo es posible?.

Cemex México carga sus flotas de hormigoneras todos los días y los despacha sin destino prefijado. Como las hormigas cuando exploran un territorio, las hormigoneras son guiadas a su destino por reglas simples: Codicia (sigue por ahí) y Repulsión (no sigas por ahí).



Las hormigas usan mensajes químicos (feromonas) para transmitirse información binaria: sigue el rastro, no sigas el rastro. Cuando una hormiga recolectora de comida encuentra una fuente de alimento, deja un rastro químico (feromonas) de vuelta al hormiguero que seguirán otras hormigas recolectoras. Cuantas más hormigas recolectoras acudan a la fuente de alimento, más feromonas dejarán a su paso, creando una retroalimentación positiva. Cuando la fuente de alimento se agota, menos hormigas acudirán y el rastro químico terminará por disiparse, creando una retroalimentación negativa.

Cemex México usa una “algoritmo” similar a las hormigas. Codicia (sigue por ahí) y Repulsión (no sigas por ahí). Codicia para entregar la mayor cantidad de cemento en el menor tiempo posible al mayor número de clientes. Repulsión para evitar la duplicidad de esfuerzos manteniéndose lo más alejado posible de otras hormigoneras. El principio de captación y diseminación de la información es muy parecido a las “subastas de asignación” de las compañías de radio-taxi, a excepción de que pueden darse relaciones de colaboración entre los agentes-conductores de las hormigoneras en el caso de que la demanda supere a la oferta individual de los agentes-conductores más cercanos al punto de demanda. En tal caso la codicia da paso a la negociación entre los agentes-conductores para evitar el desabastecimiento al cliente.

Por último, Cemex México pone a prueba su calidad ofreciendo un descuento del 10% por cada m3 de cemento no entregado dentro de un intervalo de veinte minutos del tiempo programado de entrega. Al hacer esto, Cemex México se está desafiando tanto a sí misma como compañía, evitando la inercia, como a la competencia, colocando a los recursos de la organización en constante alerta y alejados del complaciente equilibrio.

Lo relevante de este caso es la aplicación del reconocimiento de patrones logísticos, de modo que Cemex México rompió con el clásico patrón establecido en el sector (modelo logístico centralizado) y al hacerlo, emulando patrones logísticos de sistemas vivientes (las hormigas) cambió el paisaje competitivo radicalmente, convirtiéndose en el número uno de su sector.

Algunos principios

Como tendencia incipiente, el ALM todavía se está escribiendo, pero ya se avanzan algunos postulados. Algunos autores consideran que como la demanda es en última instancia impredecible, el éxito logístico depende de la velocidad de reconocimiento de patrones y la velocidad de respuesta. La capacidad de reconocer patrones y velocidad en la respuesta son dos principios clave en los seres vivos.

Otro principio sería el que dice que la mejor cadena de suministro no es la que está más optimizada sino la que es más flexible y mejor se adapta al entorno. Para el ALM el énfasis logístico ya no está en la optimización sino en la flexibilidad y adaptabilidad.

Otro no menos retador, la dirección debe ocuparse más en modular la capacidad de negociación entre las unidades de negocio que en pretender dirigirlas de manera centralizada. Es decir, apostar por la emergencia de redes auto-sincronizadas en orden a unos objetivos compartidos.

Y, sin olvidar la tecnología, la empresa ALM necesita una tecnología de la información que permita el acceso y el intercambio de información en tiempo real entre las unidades de negocio. Un sistema de información que nos permita un conocimiento temprano para identificar rápidamente las amenazas, oportunidades y los patrones de la demanda, donde, utilizando los acrónimos de la OTAN se pase del anticuado y simplista C2 (Command and Control) al más evolucionado y complejo C4ISR (Command, Control, Communications, Computers, Intelligence, Surveillance and Reconnaissance), es decir, sistemas integrados de mando, control, comunicaciones, ordenadores, inteligencia, vigilancia y reconocimiento.

Tengo escrito por ahí que, según los biólogos los seres vivos utilizan de un 70% a un 80% de su sistema nervioso, esto es su Sistema de Información, en la detección de las modificaciones del entorno y, por tanto, sólo utilizan de un 20% a un 30% en, permitan la expresión, su gestión interna. Pienso que si la metáfora es trasladable al ámbito empresarial, el ALM no viene sino a certificar la necesidad de orientar los sistemas de gestión logística de la empresa a captar rápidamente las variaciones del entorno (mercado), ser capaz de reconocer patrones de variación (demanda) y ser capaz de responder más rápidamente que la competencia de manera tal una empresa adaptativa tendrá más posibilidades de sobrevivir que las que no sean capaces de absorber, comprender y responder a las variaciones del entorno.


DE: http://jmonzo.blogspot.com/